miércoles, 11 de junio de 2014

La Misa

1. ETIMOLOGÍA

La palabra misa, viene del latín missa, término usado aproximadamente desde el tiempo de Constantino (siglo IV d.C.). Fue tomada de la fórmula final del oficio religioso: Ite, missa est; habitualmente traducido en forma incorrecta como «podéis iros, la misa ha terminado». En esta forma litúrgica, missa es el participio pasivo del verbo mittere ‘'enviar'’, referido en este caso a la oración que se envía a Dios en la ceremonia; de modo que la traducción correcta sería «podéis iros, nuestra plegaria ya ha sido enviada».


2. HISTORIA


  • Origen de la Misa


El pueblo del A.T. se reunía cada año delante del Arca de la Alianza que contenía las tablas de la Ley, palabra permanente del Señor y el vaso del maná, comida de salvación para el pueblo (Ex. 25, 10.16 y Dt. 10, 1.5), pan ácimo que evocaba la huída de Egipto con el pan a medio hacer sin levadura. Se sacrificaba el cordero y su sangre lanzada al aire por los sacerdotes, borraba los pecados del pueblo.
Pero semanalmente, el sábado era el día establecido por Dios para que su pueblo le diera culto público y su total dedicación era una obligación grave.
El descanso sabático era de naturaleza estrictamente religiosa y por eso culminaba y manifestaba en la oblación de un sacrificio. Este día era para los judíos un signo de la Alianza Divina, por lo que lo celebraban con una fiesta que contenía la promesa de una realidad que aún no había tenido lugar.
En la última cena, Jesús instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y sangre, como memorial de su muerte y resurrección, ordenando a sus apóstoles celebrarla "hasta que vuelva" (1C 11,26) y constituyéndoles en sacerdotes del Nuevo Testamento, de forma que a través de la Santa Misa se le reciba a él mismo, como alimento.
El mandamiento de Jesús de repetir sus gestos y sus palabras, requiere la celebración litúrgica por los apóstoles y sus sucesores del memorial de Cristo, de su vida, de su muerte, de su resurrección y de su intercesión junto al Padre, o sea, no solamente acordarse de él y de lo que hizo.
Aunque los primeros cristianos se reunían diariamente en el templo y escuchaban los sermones de los Apóstoles, es más bien con la Resurrección de Cristo, ocurrida el primer día de la semana, cuando definitivamente el sábado da paso a la realidad que se anunciaba, la fiesta cristiana que se verificaba ese primer día, el Día del Señor (Doménica Dies). Por eso nuestros antecesores en la fe cristiana tenían el Domingo sus reuniones litúrgicas para escuchar la Escritura, que consistía en lecturas del A.T. y así poco a poco, se iban juntando en casas particulares para oficiar la Santa Eucaristía (Liturgia) con el fin de comulgar los Santos Cuerpo y Sangre de Jesucristo.
Mientras tanto, los cristianos helenistas (los que habían adoptado la cultura griega) se irán apartando de la sinagoga judía para reunirse en Asamblea, alrededor de las mesas en sus casas privadas, para compartir también el pan de vida de la Palabra y conmemorar la fracción inolvidable del pan, recordando aquel primer día, el de la Resurrección, cuando camino de Emaús, Jesús encuentra a dos de discípulos, Cleofás y otro que no sabemos su nombre (y que podía ser incluso su propia mujer, María) y accede a la invitación de ellos para permanecer aquella noche y compartir la comida, procediendo a bendecir el pan, partiéndolo en trozos y dándoselos, signo claro de la presencia del Maestro con ellos.
El encuentro en el camino de Emaús marcó, por así decirlo, el orden litúrgico a seguir en nuestra Iglesia (Lc 24, 13.35)
Sus palabras: "El que me ama guarda mi palabra" (Jn. 14,15) y aquellas de "Haced esto en conmemoración mía" de la Cena Pascual, aún resonaban vivas y fueron incorporadas prontamente a la Iglesia primitiva de los primeros siglos.
Y de este modo, la misma realidad transformada por Cristo, sella una nueva alianza con el Verbo o Palabra encarnada y su nuevo maná eucarístico que da vida eterna y en abundancia.
El Apóstol Santiago compuso la primera Liturgia cristiana, de la cual derivan las actuales de San Juan Crisóstomo y San Basilio ''El Grande''.
Nunca este pueblo de Dios (o sea, nuestra Iglesia) debiera olvidar los eventos salvíficos realizados por Nuestro Señor Jesucristo, que dieron vida a nuestra liturgia, siendo nuestra Iglesia Católica una Iglesia de Memoria.
Por eso y a causa de nuestras debilidades, necesitamos repasar y recordar las Escrituras que (leídas desde la mesa del ambón) nos recrean los pasajes mesiánicos y de los profetas que hablan de él, como lo hacemos en las Lecturas Sagradas durante la Liturgia de la Palabra.
Luego tras reafirmar esa fe recitando el Credo, nos movemos de la mesa del ambón a la mesa del altar para la Liturgia de la Eucaristía y procedemos como en Emaús, a dar gracias y a la fracción del pan, donde ya lo reconocemos presente, para recibirlo luego como alimento en la Sagrada Comunión.
En cuanto a las lecturas, estas fueron incorporando las cartas o epístolas (que con tanta especial veneración conservaban los primeros cristianos) escritas por San Pablo a los Romanos, a los Corintios, a los Gálatas, a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses, a las comunidades en Tesalónica, a Timoteo, a Filemón, la carta o disertación a los Hebreos, la carta de Santiago que termina como un sermón dirigido a todos los creyentes esparcidos en el mundo, las cartas de San Pedro a las diversas comunidades y las de San Juan. De igual modo, posteriormente fueron incorporando los Evangelios y el Libro del Apocalipsis. En los siglos IV y V, todos estos escritos fueron declarados por la Iglesia como inspirados por el Espíritu Santo e incluidos en el canon, formando los libros del A.T. (escritos en griego) los que componen hasta el día de hoy nuestra Biblia de 73 libros (46 del A.T. y 27 del N.T.)
De la misa actual solo conservamos en griego el Kyrie, que es el Señor, siendo el Papa San Dámaso quien cambió en el siglo IV los textos de la misa del griego al latín, ya que todas las lecturas eucarísticas eran leídas en griego.
Si pensamos hoy en el profundo sentido de la Santa Misa, están estos dos momentos de Jesús:
                     1. En la Liturgia de la Palabra se nos revela el sentido de nuestra vida e historia, a                       veces oculto por nuestra falta de fe y de convicciones sólidas.
                     2. La liturgia eucarística nos permite acercarnos a lo central del misterio                                        (consagración) y en la comunión compartir el pan sacramental y unirnos a los                              hermanos.

3. Partes de la Misa

La misa se divide en dos partes principales: La Liturgia de la Palabra y La Liturgia Eucarística.

  • La Liturgia de la Palabra

Es con la que inicia la Misa y consta de tres partes principales: las lecturas, la homilía y la oración de los fieles. En la primera parte de la misa, la liturgia de la palabra, conocemos los pensamientos y líneas de acción de Dios, escuchando su Palabra tomada de la Sagrada Escritura.

          1. La primera lectura

Se toma generalmente del Antiguo Testamento o de los Hechos de los Apóstoles y nos sirve para entender muchas de las cosas que hizo Jesús.

          2. La segunda lectura


Se toma del Nuevo Testamento, de las cartas que escribieron los primeros apóstoles. Esta segunda lectura nos sirve para conocer cómo vivían los primeros cristianos y cómo explicaban a los demás las enseñanzas de Jesús.

          3. El Evangelio

Se toma de alguno de los cuatro Evangelios de acuerdo con el ciclo litúrgico y narra una pequeña parte de la vida o las enseñanzas de Jesús. Es aquí donde podemos conocer cómo era Jesús, qué sentía, qué hacía, cómo enseñaba, qué nos quiere transmitir. Esta lectura la hace el sacerdote o el diácono. El pueblo se pone de pie, demostrando una actitud interna de escucha atenta y respeto hacia Jesucristo, la Palabra viva de Dios.

          4. La homilía

En este momento de la Misa, el sacerdote explica el significado de las tres lecturas y su aplicación en nuestras vidas.

          5. La oración de los fieles

En este momento nos ponemos de pie, con la actitud interna de súplica al Padre y nos unimos a todas las personas que están en Misa para pedir juntos y en voz alta a Dios por cosas que nos interesan a todos.

  • La Liturgia Eucarística
En la segunda parte de la misa, se revive la Pasión y Resurrección de Cristo.
1Co 11,24  Después de dar gracias, lo partió diciendo: “Este es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía.”
1Co 11,25  De igual manera, después de cenar, tomo la copa y dando gracias, dijo: “Esta es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos, hagan esto en conmemoración mía.”

          1. El ofertorio

En esta parte de la Misa, se llevan las ofrendas, el pan y el vino al altar y el sacerdote se las presenta a Dios ofreciéndoselas para que se conviertan en el Cuerpo y Sangre de Cristo.

          2. La consagración

Es el momento más solemne de la Misa; en él ocurre el misterio de la transformación real del pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo. Dios se hace presente ante nosotros para que podamos estar muy cerca de Él.

          3. La comunión

Jn 6,53  Jesús les dijo: “En verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes.
Ante la grandeza de este sacramento, antes de comulgar, los fieles repetimos con humildad y con fe ardiente las palabras del centurión: “Señor, yo no soy digno de que entres a mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme” (Mt 8,8)
La comunión significa «común unión», pues al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de nosotros, nos unimos a toda la Iglesia, a todos los cristianos en esa misma alegría y amor. Nunca hay que perder la oportunidad de comulgar, pues en la comunión recibimos el alimento que nos dará la vida eterna.

          4. Silencio sagrado, bendición y despedida.

Después de la comunión, el sacerdote limpia los objetos sagrados y se guarda un momento de silencio en el que los fieles deben adorar y agradecer el don de la Eucaristía que acaban de recibir, reflexionando en la Palabra.
Al terminar el silencio, el sacerdote bendice al pueblo y lo despide con las palabras:
“Podéis ir en paz, la misa ha terminado. Id y anunciad al mundo las maravillas del Señor”
En este momento el pueblo se pone de pie en actitud de apertura a las gracias recibidas y de prontitud a cumplir con la misión.

4. Esquema

La misa es un lugar para reflexionar y sentirse más cerca de Dios, es donde todos los días se transmite el mensaje que les fue dado a los apóstoles por Jesús en la última cena.

5. Bibliografía

http://www.fluvium.org/textos/historia/his71.htm
http://pabloeze.wordpress.com/2012/08/07/la-santa-misa/

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